martes, 6 de marzo de 2018

DE LOS ESTATUTOS DE LA COFRADÍA SACRAMENTAL DE LOS VILLARES EN 1898


Tal día como hoy, el 6 de marzo de 1.898, bajo la presidencia del Hermano Mayor Pedro Herrador y del Secretario Luis Gómez Luque a los que se unieron los cofrades, Juan Luis Alcalde, José García, Facundo Gómez, Zoilo Gómez, Manuel Narciso Gómez, Manuel Herrador, Antonio Muñoz, Francisco Peña, Cecilio Ramos, Eufrasio de los Ríos Vilches, Pedro José Ruiz,  Leandro Ruiz Gómez, Rafael Siles y Joaquín Tuñón Ruiz y de común acuerdo redactaron los Estatutos de la Cofradía Sacramental de Los Villares que fueron elevados en 8 de marzo al Obispo D. Victoriano Guissasola.
Medallón del gallardete de 1891


















Comentario a la Efemérides:
Tras el concilio de Trento se crearon cofradías dedicadas a la exaltación de la Eucaristía. La fundación de la  de Los Villares data del 8 de junio de 1544.
Vivió su época de mayor esplendor a mediados del s. XVIII, en que se sabe que ejercieron como hermanos mayores Mateo Hidalgo (1.739), Blas Madueño (1.755), Francisco Muñoz (1.756) y Francisco Garrido (1.758),  llegando a desaparecer como consecuencia de los efectos de la Guerra de la Independencia y posterior desamortización de Mendizábal. Los viejos cofrades siguieron asumiendo los fines de la cofradía, hasta que en 1.898 se decidió reorganizarla de manera oficial, adaptándola a los nuevos tiempos y regularizando su anómala situación con la parroquia. Y así un seis de marzo de mil ochocientos noventa y ocho se redactaron los Estatutos.
Con fecha 10 de marzo de ese año, el obispado remitía los Estatutos al párroco de Los Villares, D. Rafael Siles, para que los informase o propusiese las modificaciones oportunas. D. Rafael Siles, con fecha 23 de marzo, informaba al Obispado de no ver nada censurable en ellos.  Los Estatutos fueron aprobados por decreto de 15 de abril de 1.898.
Los Estatutos se organizaron en treinta artículos, recogiendo en buen parte los usos de la cofradía.
Establecía entre otros, que el ingreso en la hermandad se haría tras votación secreta de las propuestas, exigiéndose que los candidatos fuesen personas de acreditada “moralidad y conducta” y que se comprometieran a abonar cada año una cuota de 2’50 pesetas o 5 pesetas en caso de ser matrimonio o hermanos.
Cada cofrade estaba obligado a proveerse a su costa de un blandón o candelero de cera, indispensable para asistir a los actos corporativos.
La acción social y caritativa de la cofradía se concretaba en la tradicional costumbre de asistir a los hermanos en casos de enfermedad y muerte. Si el cofrade estaba enfermo o impedido la cofradía proveería para que se le llevase comunión, asistiendo todos los cofrades portando sus báculos y blandones, presididos por el estandarte, a cuyo efecto el secretario cursaba citación con 24 horas de antelación a fin de que la concurrencia fuera numerosa.
Si el cofrade estaba en peligro de muerte, la cofradía velaba por que se le administrase el Viático con toda solemnidad, tocando las campanas. Asistía la Junta de Gobierno con sus báculos, los cofrades portando los blandones de cera, el gallardete y el palio. A la entrada y salida del cortejo en la parroquia, se hacía un repique de campanas para que todo el pueblo tuviese conocimiento de ello y además se repartían velas a todos los vecinos que, sin ser cofrades querían acompañar.
Al entierro asistía la cofradía en corporación, con velas encendidas y el gallardete, multándose con una peseta al cofrade que faltaba.
El Jueves Santo la cofradía debía acudir en corporación a los oficios, estando obligados a confesar y comulgar, precepto que se hacía saber con especial énfasis a los hermanos en el momento de ingresar en la hermandad. Durante los oficios se celebraba la ceremonia del “Lavatorio”, en que tras la predicación del “Sermón del Mandato” en torno a la  institución de la Eucaristía y del mandamiento del Amor, y el sacerdote acompañado del Hermano Mayor, lavaba los pies a doce cofrades en señal de humildad.
Luego, previo sorteo, los cofrades organizaban turnos de vela ante el Monumento Eucarístico, todo ello con aviso de multa, en caso de incumplimiento.
El día de la Ascensión del Señor, tenía consideración de fiesta mayor de la hermandad.
El gobierno estaba encomendado a una Junta de muy elemental composición. El párroco ejercía de presidente. El Hermano mayor se nombraba por riguroso turno, siguiendo la lista de antigüedad de los cofrades. Había un Secretario y tres vocales.
Con la puesta en marcha de estos Estatutos, la Cofradía del Santísimo Sacramento se manifestó como una de las más activas de Los Villares, prestando puntual y asidua colaboración a la parroquia a lo largo de la primera mitad del siglo XX.

D. Luis Gómez Luque, Secretario de la Cofradía Sacramental en 1.898.
Nacido en Charilla el 19 de junio de 1.866. Maestro de Instrucción Primaria. Hijo de Manuel Narciso Gómez García y de Mª del Carmen Luque de Mena, villariegos afincados en Charilla donde ejercían la profesión de maestros de instrucción primaria.
Son sus hermanos: D. Manuel Narciso Gómez Luque, héroe de Cuba y Canónigo de Lugo, “por méritos de guerra” y Dña. Luisa Gómez Luque, maestra de instrucción primaria; madre del ilustre escritor e historiador D. Narciso Peinado Gómez.
Regresa a Los Villares y en 1893 contrae matrimonio con Ana Rosa Gómez Molina, con quien tiene una hija, Mª del Carmen Gómez y Gómez.
Coincide con su padre, miembro también de la Junta Rectora de la cofradía sacramental, en la elaboración de estos Estatutos.  D. Luis Gómez, fallecía en Los Villares, el 4 de marzo de 1901.

Funciones del Secretario: Además de cuidar del régimen administrativo, era quien debía controlar con rigor la asistencia de los cofrades a los actos y en su caso poner las multas. Se auxiliaba de un citador o munidor que colaboraba en el reparto de cera  y en el montaje del Monumento para el Jueves Santo. Este servicio lo  realizaba un cofrade, que no recibía gratificación por ello, aunque podía quedar exento de la cuota.


TAMBIÉN ESTE DÍA…En 1.868: Fueron llamados para su servicio en el Ejército 40.000 hombres de alistamiento, de los cuales correspondió a la provincia de Jaén una asignación de 990 hombres y de ellos un cupo de 8 hombres al pueblo de Los Villares.




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